Tan verdad es que la ACB es una gran liga, que exige a todos los equipos mantener un nivel alto de atención semanal y de competitividad y exigencia diarias, que cualquiera puede ganar a los mejores, como lo es también que existen grandes diferencias, quizás cada año mayores, entre los equipos que juegan por ganar el último partido del “curso baloncestístico 2009/2010” y el resto. La gran diferencia respecto a las demás competiciones europeas, dominadas en muchos casos por un sólo equipo, viene marcada por la necesidad que tienen los mejores de emplearse en cada jornada lo más cerca posible de su rendimiento óptimo, porque aquí nadie regala nada. No creo que ningún equipo, fundamentalmente en los partidos que disputa como local, no piense que haciendo un buen trabajo pueda ser capaz de batir a equipos tan aparentemente inabarcables como el Barcelona, el Caja Laboral, el Real Madrid o el Unicaja. Pero las distancias siguen estando ahí, en muchos aspectos importantes. Los más evidentes, los recursos económicos y de estructura, la calidad y amplitud de las plantillas, están a la vista de todo el mundo. Hay otro punto desequilibrante que, sin estar en primera plana, me parece incluso más determinante: la calidad del entrenamiento. Sin necesidad de recurrir al tópico de que “se juega como se entrena”, no tengo ninguna duda de lo imprescindible que es, para cualquier equipo en una competición tan exigente como la ACB, entrenar bien.
Lo más básico es disponer de una buena cantidad de jugadores para poder trabajar en condiciones. Muchas plantillas han reducido debido a ajustes económicos el número de licencias de la temporada pasada a ésta, mientras los equipos de arriba siguen disponiendo de plantillas de 15 jugadores sobre los que poder incluso seleccionar los que están inscritos o no.
En esas plantillas más cortas, además de la cantidad también ha descendido la calidad. Muchas sociedades se han visto obligadas, para completar los equipos cumpliendo los presupuestos, a dar oportunidad a jugadores que han estado habitualmente en entorno LEB o han tenido que dar paso a alguno de sus jugadores jóvenes. Frente a ellos, los equipos más potentes, no sólo disponen de muchos más jugadores de los 12 máximos que se pueden inscribir, sino que acaparan a 15 o 16 jugadores de primer nivel.
Llegados a la hora de entrenar, es fácil entender que cuando enfrentas a tu americano a un jugador que el año pasado era junior o se encuentran frente a frente Bullock y Kaukenas mientras Hansen descansa en la banda, la propia pugna diaria por los minutos te hace mejor y la oposición que encuentras en el día a día está más cerca, y en ocasiones es incluso superior, a la que te vas a encontrar en el partido.
Después, los entrenamientos van sumando desgaste a medida que avanza la temporada. Cuando hay jugadores que están con pequeños problemas físicos que les hacen parar dos días o tres durante la semana, hay equipos que se quedan con una mano delante y otra detrás. Hay que bajar el ritmo del trabajo diario y se llega al partido con preparación, con ambición por ganar, pero también con un alto grado de aventura respecto a ver qué nivel vas a poder dar y con un riesgo mayor de derrota. Otros equipos tienen soluciones inmediatas para suplir esas bajas momentáneas con buenos jugadores o incluso disponiendo de los mejores jóvenes en formación que suelen tener bajo su control.
Finalmente las lesiones, que dado el grado de dureza de la liga y del entrenamiento diario siempre acaban por aparecer, son un contratiempo para todos, pero para algunos se convierten en una rueda de molino que llevas colgada del cuello durante meses que acaban marcando la temporada entera. Mientras unos disponen casi inmediatamente de un sustituto de garantías, los demás tiran de lo que pueden, incluida la fe en el grupo del que dispones, para superar los periodos de recuperación.
La gran diferencia entre los equipos viene marcada de inicio por los distintos recursos con que contamos para construirlos pero, en el camino de una temporada ACB tan larga y exigente, la calidad de los entrenamientos determina de manera definitiva la capacidad que podamos tener para crecer, para enfrentarte a un proyecto o simplemente para luchar por sobrevivir de la mejor manera posible.
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