confusión imperdonable. Por Trifón Poch

No creo que en un equipo profesional, para conseguir un nivel alto de exigencia, de trabajo diario, de máximo esfuerzo y concentración en los partidos, sea necesario instaurar un estado policial de sumisión de los jugadores hacia la autoridad inviolable del entrenador. A pesar de lo que todos nos juguemos y de lo importantes que sean los objetivos por los que luchamos, la disciplina, la autoexigencia, el compromiso o la simple frialdad del cumplimiento profesional no se transmiten más o mejor gritando más o mejor, castigando, sancionando, amenazando, manteniendo un ambiente de tensión máxima permanente. Si tengo esta opinión respecto a cualquier grupo o deportista individual de alta competición, qué decir de lo que debería ser el deporte de formación, el entrenamiento de niños y jóvenes.

 

En mi observación como entrenador-padre del entorno en el que se mueven tres niños-jóvenes que hacen baloncesto, no dejo de encontrarme con entrenadores llamados de formación que andan confundidos por la necesidad de victorias. Esa demasiado común ambición prioritaria por ganar en el baloncesto base lleva a muchos técnicos que empiezan a pasarse de rosca. Quizás ellos se vean en el espejo de algunos entrenadores profesionales, pero para conseguir una mejora en la exigencia de un equipo infantil o cadete, junior o mini, para hacer que jueguen más rápido o más duro o más concentrados, para conseguir que sean más agresivos o más ambiciosos (si es que esas «cualidades» son realmente imprescindibles a según qué nivel), no es recomendable machacarlos física o mentalmente. Un entrenador con un subidón de agresividad a la hora de dirigirse a los niños, con expresiones de menosprecio, de reproche constante ante los errores, en ningún caso puede llevar hacia nada positivo.

Como entrenador en formación hay que aprender a defender un bloqueo directo, a diseñar en una pizarra jugadas indefendibles y defensas insuperables, pero más importante aún es aprender que tenemos en nuestras manos personas jóvenes, cargadas de ilusión por el baloncesto, a las que ayudar a crecer humanamente y a progresar en la ejecución de complicados gestos técnicos y conceptos tácticos. Están ansiosos por jugar, por disfrutar, por dominar los movimientos de Navarro, por meter tantos triples como Rudy y robar tantos balones como Ricky Rubio llevando los pantalones bajados como él. Hay que mejorar las actitudes, la preocupación por comunicar de manera correcta, hay que saber conducirles sin llevarles de la mano y sin que la mano apriete más de la cuenta. Están abiertos a todo lo que les ofrezcamos y tenemos que aprovecharlo para no decepcionarlos por nuestra necesidad equivocada por ganar.

5 comentarios

  1. Me encantan ver este tipo de comentarios que aportan cierta cordura a un mundo, el del baloncesto de formación que se nos está yendo un poco de las manos. Un mundo que conozco bien porque desde hace varios años tengo dos vástagos jugando en categorías inferiores de distintos clubes masculinos y femeninos. Comparto al ciento por ciento las apreciaciones que haces sobre algunos mal llamados entrenadores de formación, y añado otro elemento fundamental en todo este proceso: los padres. Lamentablemente, cada vez te encuentras con más padres-forofos, padres-entrenadores, padres-agresivos, en definitiva, padres-gilipollas que son un problema para el trabajo de los entrenadores y para la formación de sus hijos.

  2. Un Padre dice:

    Sr.JLG, Uno siempre se puede encontrar de todo en todos los sitios, …

    entrenadores-forofos, entrenadores-padres, entrenadores-agresivos, en definitiva, entrenadores-g….

    ¿Quién cataloga a quién?, ¿Qué baremo utilizamos?, …

    Y yo que pensaba que la formación del jugador era un trabajo conjunto, vaya, debe ser cosa de entrenadores.

  3. Hola Padre, yo también soy padre de jugadores… quizás me haya excedido con el término ‘gilipollas’, pero hace poco me marcó el compartamiento de un padre en un partido de alevines, increpando no al equipo contrario, ni al árbitro, sino a su propia hija, un auténtico cerril.. Por desgracia, en el baloncesto de formación necesitamos buenos entrenadores, tal y como explica Trifón, buenos árbitros (frecuentemente pitan lo menos experimentados) y también padres que entiendan perfectamente cual es su role en todo este proceso y sumen, en vez de restar. Un abrazo

  4. José Ángel García dice:

    Totalmente de acuerdo con Trifón. Es básico que las personas que forman a «niños y adolescentes» (nunca lo olvidemos) no se pasen de rosca, ni pasen de rosca a los jugadores.

    Lo que ocurre es que, normalmente, las personas que dirigen equipos tienen mucha motivación y ganas de éxito, aunque sea a mínimo nivel, y confunden la victoria inmediata como el camino más rápido al éxito futuro, y no es cierto.
    Es el cuidado del conjunto de pequeñas cosas, junto con el sentido común, los que llevan al éxito personal y del grupo. Pero el mayor éxito es que sean personas.

    Saludos,

    José Ángel

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