Ser entrenador de formación en Japón tiene que ser un trabajo muy gratificante.
Hoy he vuelto a ver entrenar al Junior High School de Okha, esta vez para acompañar a Fernando Gordo y Enric Carbonell, periodistas y enamorados del baloncesto que llevan varios meses de viaje por el mundo siguiendo a tantos españoles que estamos jugando o entrenando por ahi. Su parada en Japón, en Nagoya, les ha dado la oportunidad de visitar el trabajo de quizás el más prestigioso equipo de formación femenina de este país, más conocido incluso que los equipos masculinos de la liga profesional NBL y que recientemente ha vuelto a proclamarse campeonas nacionales, una vez más. Inue sensei es el responsable desde hace 30 años de este programa de entrenamiento y una de las más respetadas figuras del baloncesto japonés.
Os explico algunas cosas que me han llamado la atención, que dan sentido a la frase que abre este articulo y que hablan de la extraordinaria actitud que demuestran las jugadoras, de lo asumido que tienen el valor del esfuerzo y de lo natural que resulta para ellas demostrar el máximo respeto por su entrenador.
Lo primero que sorprende es que aunque llegada la hora de inicio del entrenamiento él no está en la pista el calentamiento empieza. Las jugadoras, casi 30, tienen aprendida una rutina de ejercicios y es admirable como la cumplen, todas ejecutan al 200% cada movimiento, más allá de la máxima intensidad, sin escamotear ni una repetición, ni un centímetro de pista, sin parar de animarse unas a otras.
Otro detalle extraordinario. En estos equipos conviven jugadoras de tres años consecutivos y hoy era el día en que las nuevas jugadoras de primer año llegaban al grupo y a Nagoya para quedarse ya a vivir en la residencia. Si ya es una manera habitual de funcionar, hoy ha sido extraordinario cómo durante todo el entrenamiento las mayores, las de último año y que acaban su ciclo para incorporarse a los diferentes equipos universitarios de todo el país, han estado explicando a las recién llegadas cada ejercicio, cada movimiento, animándolas, corrigiéndolas, enseñando cada gesto, cada desplazamiento, cada concepto defensivo, cómo colocar el cuerpo para defender una linea de pase o para pasar un bloqueo, orientando hacia donde hay que rotar en las ruedas de pase ejecutadas a una velocidad que cansa solo con verlo…
Lo mejor de todo, y a lo que hace especial referencia mi comentario inicial, es lo que pasa cada vez que el sensei Inue abre la boca para explicar un movimiento o hacer una corrección. ¨Hai¨ repiten todas cuando acaba de hablar el entrenador. ¨Si¨. Y si él se encuentra en una punta de la pista y detiene el ejercicio para hacer un comentario, las que están en la otra punta corren al sprint para llegar a escuchar lo que su entrenador dice. ¨Hai¨ y siguen trabajando, durante casi cuatro horas, al 200%. Admirable.