nadalcontrol. Por Trifón Poch

Estuve siguiendo ayer la final del torneo de Roma. No, no me confundo de ciudad. También vi la victoria de Panathinaikos en la final de la Euroliga en Berlin. Me refiero a la final del torneo de tenis entre Nadal y Djokovic. Sin tener conocimientos sobre tenis, creo que no es descabellado afirmar que ahora mismo puede haber en el circuito varios jugadores con un nivel técnico de juego similar al que tiene Rafa Nadal. Unos tendrán mejor saque, otros mejor derecha o mejor consistencia en la red. Sin embargo, la gran diferencia del número uno mundial con los demás es su fuerza mental. Djokovic es actualmente el número tres del mundo y es también un gran jugador, pero ya en el primer set que perdió en el tie break ofreció todo un muestrario de evidencias sobre su incapacidad para poder derrotar al campeón español. Gritos después de un error no forzado, subirse la camiseta y taparse la cabeza, gestos hacia el público, justificaciones hacia su entrenador, golpes con la raqueta en el suelo hasta llegar a romperla. Todas esas demostraciones de falta de equilibrio y de concentración son también muestras de debilidad ante un rival que no está para darle ni la más minima señal de vulnerabilidad. En el tie break, el jugador serbio da una primera ventaja jugando una dejada innecesaria que se quedó en la red y, a partir de ese fallo, su cabeza se va del partido y Nadal domina claramente una situación de juego hasta ese momento nada clara. Los únicos gestos de Nadal son algunas celebraciones muy a lo Bisbal cuando consigue algún punto importante y cuando se lanza boca arriba al suelo después de ganar un torneo. Nada más. Siempre concentrado, equilibrado, atento, con un alto nivel de esfuerzo para llegar a todas las bolas.

El baloncesto es un deporte diferente, es cierto. Hay más protagonistas, más interacciones, muchas fuentes de influencia, constantes decisiones importantes tomadas en un segundo. El que quiere encontrar motivos para «explicar» sus errores siempre puede hablar de las pocas oportunidades que el entrenador le da, de las faltas que le han hecho y no han pitado, de que ha tenido un mal día, de los errores de los compañeros. El deporte, influenciado por el futbol, está plagado de tópicos. Se puede señalar a la novia en la grada después de cada canasta anotada o pasarse dos minutos dando tumbos por la pista pensando en que no me la pasaron cuando estaba solo hace dos minutos. Se puede entrar a la pista desde el banquillo a medio gas pensando que tenía que haber salido mucho antes o no aceptar que nadie me diga lo que tengo que hacer ni cómo.

También es posible marcarse una rutina de preparación en el calentamiento que ayude a iniciar el partido al máximo de posibilidades, o tener claro que los problemas individuales siempre están al margen frente a las necesidades del equipo. Es posible mantener la concentración ante los errores y no caer en la relajación cuando todo va bien. Es posible competir al 100% y sentirse útil al grupo jugando 28 minutos de media y jugando 12. Es posible conseguir desde el trabajo diario mejorar para alcanzar el nivel de concentración necesario para capturar el rebote del partido o anotar el tiro libre definitivo.

Un comentario

  1. Raul dice:

    «Es posible competir al 100% y sentirse útil al grupo jugando 28 minutos de media y jugando 12.»

    Como muestra la labor de Perperoglu en la final de la Euroliga. Importantísimo y clave en el último cuarto.

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