Me he traído buenas sensaciones del Campeonato de España de Selecciones Autonómicas de Valladolid. Sin dejar de lado los aspectos mejorables a nivel técnico que he observado, sobre todo por parte de árbitros y entrenadores, vuelvo especialmente satisfecho por las actitudes de todos. No he apreciado ni posiciones de imposición de autoridad por parte de los árbitros, ni protestas fuera de lugar, ni excesiva presión negativa hacia los jugadores por parte de los entrenadores. Insisto en lo importante que es en estos torneos de formación que árbitros y entrenadores, además de competir por ascender de categoría o por conseguir una medalla, sean conscientes de la labor formativa que deben cumplir hacia los chicos y chicas que han puesto tanto esfuerzo e ilusión para hacerlo lo mejor posible en un campeonato de estas características. Ambos protagonistas son los responsables de crear las condiciones idóneas para que los jugadores sigan aprendiendo al tiempo que compiten y se divierten, consiguiendo que en la medida de los posible, todos, los que ganan y los que no, se lleven el recuerdo de una experiencia inolvidable y enriquecedora.
Lo que más me ha gustado: la reacción de jugadores y padres frente a las derrotas. Excepción hecha de las comprensibles lágrimas de algunos jugadores en la misma pista y recién acabado el partido, después de perder una semifinal o una final, todos los equipos han mantenido su ritual de celebración post-partido en el centro del parket y han sido recibidos por los padres con los mismos cánticos y la misma alegría que si hubieran ganado.
Lo que menos: en todos los partidos de semifinales que pude ver el ganador defendió casi todo el partido (en algún caso los 40 minutos) en zona. Es evidente que en estas edades, plantear una defensa zonal bien cerradita, invitando al lanzamiento exterior, sin dar opción de que nadie se acerque al aro y, si además tienes un equipo grande, dominando el rebote, te asegura un porcentaje muy elevado de posibilidades de ganar. Utilizar la zona como un recurso táctico más a partir de cadetes puede pasar, pero convertirla en la herramienta indispensable para conseguir la victoria, especialmente cuando no tienes suficientes argumentos para conseguirla de otro modo, me parece, en estas edades, un engaño para todos.