«Van un francés, un griego, un chino,…, y un español en un avión y el francés dice …» Podría salir el argumento para un chiste de esos que se contaban antes con todo lo que ha pasado en la última jornada de la fase de grupos del Mundial. Alguna nacionalidad más podría haber añadido, como portoriqueño o costamarfileño, pero entonces el título se me alargaba demasiado.
Torpeza sin límites la de la selección francesa: no sólo no son capaces de ganar a Nueva Zelanda para quedar segundos de grupo, sino que en doce puntos estaba el límite para caer a la cuarta posición y no pudieron cometer más errores para permitir que los quiwis les vencieran por doce. Una falta de Batum a un triple más adicional estando siete abajo, otro triple concedido a Abercrombie sin hacer falta con nueve abajo en el marcador en la última posesión de los all blacks y, para rematar, ni siquiera llegan a lanzar dentro de tiempo con suficientes segundos para hacerlo en el último aliento del partido. Increible y un cruce facilito de octavos para rematar, Turquía.
Sin verguenza alguna los griegos repiten fórmula, de no demasiado éxito, todo hay que decirlo: sin disimulo y a cara descubierta juegan poniendo la alfombra roja a las penetraciones de los rusos y con una sorprendente falta de puntería en la mayoría de sus lanzamientos. «Que no queremos jugar contra los americanos, ¿qué pasa?» Pues nada, que queda feo ¿no?. Los técnicos de Rusia y Turquía, Blatt y Tanjevic se hicieron los indignados.
Mientras tanto, España acaba con victorias, evita a los USA hasta la final acabando segundos de grupo y, aunque el camino no vaya a estar sembrado de petalos de rosa, no hay rivales que, haciendo las cosas a nuestro mejor nivel, sean imbatibles. Lo bueno de todos estos chistes de nacionalidades, en la versión de aquí, claro, es que siempre el español es el que se acaba quedando con el paracaidas. Que así sea.