imaginación al poder. Por Carlos de Luna

Hace unos meses escribí un articulo acerca de las instalaciones médicas que disponian, o no, los pabellones que hay por nuestros lares. En aquella ocasión, me quedé con las ganas de explicaros esta anécdota que sucedió en la temporada 2006-2007 y que vendría a colación. Jugábamos en Tallin (Estonia), contra el Kalev. A mi, inconscientemente, el nombre de Tallin como que me da frío y es que en la visita a esta bonita, va en serio, ciudad, la temperatura rondaba los 20 grados bajo cero…, vamos, que abrían las puertas de la nevera para que entrara «la caló». Pues bien, hacia el final del entrenamiento en el vetusto y cálido pabellón del Kalev, me dispuse a buscar la máquina de hielo, para preparar algunas bolsas. Pero la rolliza encargada del gimnasio desconocia el significado de la palabra «ice» y como hacia tiempo que no practicaba el estonio, tras una lamentable exhibición de mímica, la buena mujer con evidentes gestos de comprensión, me señaló una puerta, tras la cual deberia estar la susodicha máquina. Obviamente no podia ser tan fácil y es que tras la puerta, que era de salida, encontré un parque totalmente nevado, con unos dos metros de espesor, que riete tú de Baqueira o de Sierra Nevada. Las fotografías que inmortalizaron la escena no describen ni de lejos el frío que Galderic, el utillero, y yo mismo pasamos, pero ningún jugador se quedó sin su bolsa de hielo, perdón, nieve.

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