Uno de los nombres que más han sonado en las tertulias de baloncesto de los últimos días ha sido sin lugar a duda el del pívot congoleño del Fuenlabrada Bismack Biyombo (28/2/92). El pívot de 2.04 de altura y 2.33 de envergadura estalló la semana pasada en el Nike Hoop Summit con la selección mundial después de ser el primer jugador en sumar un triple doble (12 puntos, 11 rebotes y 10 tapones). A pesar de eso la selección júnior americana acabó ganando (92-80). Alberto de Roa, enviado especial por la web Eurohopes a Portland (Oregon), nos ha pasado esta entrevista que hizo a Pepe Laso, uno de los «culpables» de la extraordinaria evolución del africano y que también presenció del recital de Biyombo en directo.
-¿Qué nos puedes decir de Bismack Biyombo?
Conozco a Bismack desde el primer día en el que llegó a Vitoria, mi ciudad. Igor, su agente, me pidió entrenar con él y, como es lo que me apasiona, lo he hecho desde entonces. Y tengo que decir que, a pesar de mi satisfacción, que el mérito es prácticamente todo suyo. Nunca había entrenado a un jugador, quizás desde el tiempo de mi hijo (Pablo Laso), que tenga tan claro cuál es el camino que hay que seguir para jugar a basket. En el caso de Bismack, es asombroso. Sus virtudes humanas son, quizás, mayores que las físicas, y eso es lo que le hace crecer más deprisa de lo que creíamos.
-¿Qué es lo que te encontraste el primer día que viste a Bismack? ¿Qué tipo de jugador era?
Me encontré un físico superdotado, que viene con él, que es genético. Esos 2,33 metros de envergadura lo convierten en un hombre de 2,15, aproximadamente, de altura, con lo que sorprende a los contrarios. Hoy lo hemos visto con los tapones. ¿Por qué esos 10 tapones en un jugador tan pequeño en función de lo que hay? Juega con dos palas. Para un aficionado normal, es como si jugara con dos raquetas de tenis que no ve nadie. Lo que me llamó la atención fue su envergadura y su deseo, por supuesto. Pero, técnicamente, su facilidad con la que él volaba. Esa sensación de descontrol, de pato mareado… Pero, cuando estaba equilibrado, la sensación es que el aro no estaba a la altura. El que lleva muchos años llega a pensar, por la facilidad con la que llegaba allá arriba, ¿el aro estará en su sitio?. Eso es lo primero que me impresionó, pero sobretodo su voluntad de trabajo.
-Decías antes que tiene la costumbre de entrenar muy temprano.
Sí. Hasta que Fuenlabrada le dejó entrenar, porque luego se enfadaron y no quiso que lo hiciera más, entrenábamos los domingos por la mañana, sobre las 9. No en el ánimo de castigarle o para que no saliera, todo lo contrario, sino porque yo prefería que fuera a esa hora para pulsar cuáles eran sus costumbres, y el valor que le deba. Al tercer o cuarto domingo le dije: «oye, Bismack, si quieres podemos a las 10 o las 11», y me contesta: «Pepe, yo durante tres años, a partir de las seis de la mañana, entrené todos los días». Esta es una anécdota que refleja un poco lo que él es, la vocación que tiene.
-¿Cuál es el techo de Bismack?
Nos lo vamos cambiando. El año pasado, el primer techo fue que aprendiera perfectamente español. Tuvo un profesor fantástico, y aprendió enseguida el idioma. Luego, que fuera cogiendo consciencia de las medidas del campo. En el segundo año, le dije que había cumplido el ciclo en cuanto al idioma y en cuanto al juego, y que no se tensionara y que se dejara llevar, en el sentido de no excesiva presión. De repente, a partir de ahí, por su propio valor y por el mérito que tengo que destacar de Salva Maldonado (su entrenador) que le incorpora al primer equipo, él empieza a crecer y a explotar, haciéndonos cambiar nuestros propios pronósticos. A partir del día de hoy, hay que reconsiderar todo. ¿Qué puede pasar con este chico? Técnicamente, le falta mucho, y él lo sabe, pero vemos unas cosas que nos hacen pensar que habrá que cambiar el proyecto.
-¿Qué crees que le falta para ser aún mejor jugador?
Creo que a Bismack le falta, técnicamente, muchísimo, y lo puedo decir públicamente porque él lo sabe. Le falta precisión en el tiro, le falta echar el balón al suelo… Pero el proyecto de Bismack es que sea un «3-4». Sin perder sus virtudes, pero no puede ser una gran estrella peleando con «5» mucho más altos. Entonces, él tiene la obligación de ser un jugador muy amenazante defensivamente, muy difícil de defender porque con un balón interior puede hacer mucho daño, y que no le pueda defender ni un «4» ni un «5». Él tiene que entender lo que ha sido en el baloncesto español Pete Mickeal en los últimos tiempos. Eso es lo que le puede convertir en una auténtica estrella en la NBA.