Corren voces, y en el tiempo que nos toca vivir, cuando las voces corren, con tantos cauces que les sirven de altavoz, llegan lejos y crecen y cualquier cosa parece verdad. Algunas de esas voces dicen que jugadores como Ricky Rubio o Victor Claver ya no progresan adecuadamente, que se han estancado, que su progresión como jugadores se ha detenido.
Ricky tiene 20 años y ésta es la sexta temporada que juega en ACB. Victor tiene 22 años y cumple su quinta temporada en Valencia. Solo este dato es lo suficientemente contundente como para colocarles en otra dimensión. Si acabaran de aterrizar en la liga esta temporada, estoy convencido de que todas las opiniones respecto a su nivel de juego, siendo el mismo, serían muy positivas. ¡Son tan jóvenes!. Pero nos hemos acostumbrado a verlos jugando de titulares en equipos importantes, a verlos jugando finales, Copas del Rey, partidos de play-off, de competiciones europeas, «finalfours», Europeos o Mundiales con la Selección Absoluta (no la que les hubiese tocado por edad), que todavía los hay que quieren más, que esperamos que sigan sacando conejos de su chistera, que metan todos los triples que tiran, que se echen sus equipos a las espaldas y decidan ellos solitos los partidos más comprometidos, que vuelen permanentemente por encima del aro, que se inventen la asistencia imposible, el tapón inalcanzable, la recuperación más sorprendente. ¿Qué tal si les damos un respiro? Ya son jugadores importantes en una liga de gran prestigio como la ACB, ¿no? Su propia madurez personal y profesional, que irán adquiriendo en los próximos años, les ayudará a seguir creciendo.
Estoy de acuerdo que hay que tener paciencia con estos jugadores tan jóvenes y que se han visto con los focos apuntándoles demasiado pronto. En la fase de madurez ambos irán creciendo. Lo que ocurre es que a veces pensamos que la progresión debe ser tan espectacular como su aparición y no siempre es así. A veces jugadores que no eran tan prometedores en un inicio resultan que se convierten en grandes estrellas. El nombre que primero se me viene a la cabeza hoy día es el de Fernando San Emeterio. Ejemplos hay muchos.