«… Somos un equipo de verdad, de la vieja escuela, no corremos más rápido ni saltamos más alto, pero estos chicos tienen a cada uno detrás, juegan de manera correcta y confían en el pase …»
Estas son palabras de Rick Carlisle, entrenador de Dallas Mavericks, entrevistado sobre el parquet del AmericanAirlines Arena de Miami, pocos minutos después de proclamarse campeón de la NBA 2011. Si San Antonio Spurs dominó la temporada regular frente al espejismo de franquicias como Los Angeles Lakers o el propio Miami, el equipo de Mark Cuban, más discreto que nunca durante estas series, ha sabido defender sus valores para conseguir por primera vez en su historia el titulo de «campeones del mundo». Alrededor de una gran estrella como Dirk Nowitzki, un grupo de jugadores de gran experiencia, destacando por encima de todos a Jason Kidd, que a los 38 años ha hecho una demostración de saber asumir su papel y ofrecer rendimiento máximo, han conseguido funcionar como grupo y alcanzar su mejor nivel competitivo de manera continuada para poder superar a cualquier rival, a oponentes en teoría superiores. Experiencia, de los ya citados más Marion, Terry, Stojakovic, Cardinal y una gran aportación de Barea, Chandler y Stevenson han puesto nombres propios al esfuerzo de un grupo humano por superar todas las expectativas.
Las palabras de su entrenador son toda una declaración de intenciones y de actitudes. Con esos ingredientes se puede hacer buen baloncesto a cualquier nivel,  pueden ser la base sobre la que construir un equipo de cualquier categoría y, si las piezas llegan a unirse de tal manera que sean uno solo, hasta se puede competir contra quien sea con dignidad, incluso hasta el punto de poder ganar tu primer anillo.