Coincidencias de la vida, hace veinticuatro años seguí los Juegos de Los Ángeles y ví la final olímpica contra los Estados Unidos en la vieja casa de mi tía Palmira, aquella que durante la República, a lo largo de la Guerra y en los primeros y duros años del Franquismo, sirviera de confortable pensión a los muchos ferroviarios que hacían parada en Almansa (encucrijada de caminos entre Albacete, Valencia y Alicante). Hoy los trenes ya no paran en Almansa. En aquella ocasión, madrugamos ella y yo para ver la Plata de Los Ángeles, éramos los únicos que viviamos con pasión, en el ámbito familiar, esto del baloncesto. Yo era un mozalbete y ella ya estaba jubilada. Leer más