
La pretemporada es una puesta a punto física y táctica, semanas de rodaje, para integrar nuevos jugadores, nuevas ideas, pero también es en muchos casos un termómetro que nos indica como le podrá ir a un determinado equipo a lo largo de la temporada. En esta liga partida en dos, muy similar al caso del fútbol, con equipos con descomunales presupuestos y descomunales plantillas que lucharán por ganar títulos, y con otros con humildes prespuestos y humildes plantillas que lucharán por no descender a la LEB, la pretemporada sirve para lanzar a los demás mensajes de debilidad o fortaleza.
Digo esto por dos casos que he podido seguir durante los últimos días y que resultan inquietantes: el Joventut de la final de la Lliga Catalana (38 puntos en todo el partido ante el Barça), evidentemente, no es el Joventut que veremos en la ACB, pero debe mejorar mucho y deberá deshacerse cuanto antes del ‘fantasma’ de Ricky Rubio.
También suenan las alarmas en el Lucentum, paupérima imagen la que dio ante el Murcia, en su presentación en Alicante (67-88), con unas enormes carencias en el juego interior de las que deben estar tomando buena nota sus rivales de la ‘otra Liga’, incluido el propio Murcia que ha sabido salir de la crisis institucional y deportiva y formar un equipo compensado, competitivo, a las órdenes de un entrenador modesto, a quien le avala un extraordinario trabajo durante estos últimos años en Los Barrios: Moncho Fernández
Crónica del partido en la web del CB Murcia (Lucentum solo sube resultado)