caras y cruz del mundial. Por Trifón Poch

Se nota en la cara. El lenguaje corporal dice mucho de las personas. La cara es el espejo del alma. Dos frases a las que podemos poner ejemplos si observamos con detenimiento algunas imágenes del recientemente finalizado Mundial de Turquía.

Los saltos que daba Kalnietis, el joven base lituano, cuando estaba en el banquillo a falta de 5 minutos para el final y sus compañeros en pista, Kleiza y compañía, parecían haber encarrilado la medalla de bronce. Esos saltos eran la expresión de un deseo, de una ilusión que el equipo lituano ha sido capaz de trasladar al juego.

En las caras de lituanos, turcos y estadounidenses se ha reflejado la tensión y la ambición por cumplir un objetivo, sin interferencias negativas. Los primeros han sido los tapados que han conseguido una medalla apoyados en una estrella que tira del carro, Kleiza, y un grupo nunca falto de talento y atleticismo. Los anfitriones han alcanzado lo que cualquier equipo desearía disputando el torneo en casa y estando USA de por medio. Buena presencia física, talento suficiente y una buena combinación de jugadores experimentados y jóvenes emergentes. Los chicos de coach K han sabido ser un equipo y dominar el orgullo frente a los que les denominaban «equipo B», para conseguir un titulo basado en la autoridad en el banquillo de un entrenador que sabe lo que busca y en el dominio en la pista de una estrella silenciosa.

Y yo qué hago aquí. Es el sindrome que no han podido superar varias selecciones que han buscado un objetivo, distorsionadas por interferencias negativas. Las caras de españoles y argentinos en el partido por la quinta plaza, acostumbrados a cruzarse en caminos que llevaban a otra parte, explica la pobre prestación de los de la roja en los primeros 25 minutos y la desaparición de la albiceleste en la fulgurante remontada española. Demasiados partidos jugando con la cabeza en otra parte.

Otro tanto les ha sucedido a los serbios. Tanto se habla (¡hay que ver cuánto se habla de cualquier cosa!) de que son una generación llamada a recuperar los éxitos para su país, que estaban en la lucha por la medalla de bronce y parecía que les sabía a poco, apesadumbrados aún por la derrota in extremis sufrida  tras la bandeja de Tunceri en semifinales. Tan tristes y afectados estaban que no podían competir a su mejor nivel.

El gran objetivo es aprender a prepararse profesionalmente para afrontar cada partido dispuesto mentalmente para dar lo mejor de uno mismo, como jugador y como equipo, sin interferencias.

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