Ahora que llevamos varias jornadas de NBA y que acabamos de superar Halloween, y antes de que nos volvamos todos más malos todavía con el nuevo inquilino de la Casa Blanca, puede ser un buen momento para volver a aparecer en Teambasket y comentar una idea que me ronda desde hace tiempo. Tiene que ver con lo que me parece una influencia negativa del baloncesto americano y que está cada día más instalada en cualquier pista de cualquier nivel.
Un jugador hace un despliegue espectacular de facultades físicas y se come la canasta finalizando su uno contra uno con un mate estratosférico contra un defensor que intenta impedirlo y la lectura actual es que el jugador que procuraba evitar la canasta queda “posterizado”. En lugar de destacar el mérito de la acción positiva del atacante e incluso del esfuerzo del defensor por intentar frenar a su oponente, convertimos todo lo positivo que hay en esa acción en algo negativo como es ridiculizar al que sale superado en la foto.
Otra situación parecida se produce por la gran influencia que los exteriores anotadores de la NBA están provocando en el estilo de juego en todo el mundo. Jugadores de gran habilidad con el bote, velocidad de vértigo, cambios eléctricos de ritmo y que en ocasiones llegan a desequilibrar a sus defensores haciéndoles caer al suelo, “Rompetobillos”. También en este caso, en lugar de destacar la habilidad del atacante, su dominio de la técnica, del ritmo, de los espacios, su aceleración de 0 a 100 en un palmo de terreno y su lectura de las reacciones de su defensa, lo que hacemos es ridiculizar al defensor caído, reírnos de él.
Es habitual actualmente en cualquier partido de formación ver ese tipo de reacciones en negativo de los que están observando, los colegas de los que están jugando, incluso de los jugadores que están en el banquillo. No se valora la acción positiva del atacante y lo que se hace es transformarla en motivo de mofa contra el defensor que la sufre. Ya es suficientemente duro caerte al suelo intentando defender una acción de botes que te desequilibra para que encima «se descojonen de ti».
Las influencias están ahi. Podemos no hacer nada y dejar que nos invadan las calabazas, los trucos y los tratos. Hay cosas que pueden ser más o menos inofensivas, una parte más del «shoubisnes», pero hay otras que tienen que ver con la educación, no como un concepto trasnochado o conservador, sino como, en este caso, donde ponemos el foco de lo que debe ser importante y de los valores que queremos transmitir. Creo que es preferible ver en las dos acciones de juego que describo lo positivo y los entrenadores y los padres deberíamos intervenir y ayudar a que no asimilemos malas actitudes como algo normal y a que nuestros jóvenes sepan valorar a quien hace una buena jugada, felicitar al que ha intentado impedirla y ayudar a levantarse al que se haya caído.