Viendo la semifinal contra Grecia no he podido evitar recordar imágenes de algún combate de Cassius Clay o Muhammad Ali, como prefiráis. Esos en los que era tan superior que se dedicaba a bailar alrededor de su pobre rival, dejaba que de vez en cuando le diera algún golpe y lo mantenía a distancia simplemente lanzando jabs o extendiendo toda su envergadura de brazos frente al sentenciado. Cuando ya había durado el combate lo que debía durar, empezaba a boxear, le daba tres o cuatro viajes bien dados, KO y a la ducha. Claro que aquí, en baloncesto, no es lo mismo. Cuando los griegos ya estaban KO en el tercer cuarto ha habido que esperar a que acaben los 40 minutos. La diferencia final no ha llegado a los treinta puntos por que los helenos han cogido más rebotes que nosotros en nuestro propio aro, hasta 24 ofensivos por sólo 20 defensivos de España. También por que en mi opinión el arbitraje ha ido igualando en determinados momentos, obviando , por ejemplo varias faltas antideportivas sobre los nuestros (que entrañable abrazo de Schortsanitis a Pau). Y básicamente porque no nos hemos empleado ni mucho menos con la misma intensidad, contundencia y ambición que lo hicimos en el partido de cuartos contra los franceses. Ambición también que le ha faltado a Grecia, que ha pegado sin jugar duro, y en ningún momento ha dado la sensación de estar luchando por jugar una final de un Europeo.
Tal vez los rivales de España, después de los últimos partidos de los nuestros, están llegando al partido con la convicción de que sus posibilidades de victoria son mínimas y, a los pocos minutos de juego, ya han confirmado que no van a tener ninguna opción. En cuanto España empieza a concentrar sus primeros ataques sobre Pau, como está siendo norma en los últimos inicios, y éste anota sin preocuparle quién tenga detrás y Navarro deja una bombita y un par de triples «from downtown», unos tapones por aquí, unos contraataques por allá y Ricky y Rudy dejando secos a sus atacantes, nuestros rivales se encuentran 15 puntos abajo y sin el convencimiento necesario para poder darle la vuelta al resultado.
España también va a tener que encontrar su motivación para alcanzar el oro soñado. Gasol se ha convertido en uno de los grandes protagonistas de este torneo como lo ha sido en las últimas finales que ha disputado, por la lesión que le hizo perderse la del Mundial de Japón o por el tiro que falló en la final perdida contra Rusia del Europeo de España. Enfrente estará una Serbia que ya nos ha ganado, que ha saltado mucho más que nosotros al ganar su semifinal y que va a jugar con la tranquilidad que te da tener al cuello una medalla de plata que para ellos es un gran resultado. A pesar de la aportación de los hermanos Lorbek, Eslovenia ha perdido su oportunidad cuando parecía tener el partido ganado tras un triple imposible de Jagodnik desde la esquina. Malas decisiones de Jaka Lakovic frente a un Teodosic determinante que ha decidido el partido con su conducción del juego y aportando nada más y nada menos que 32 puntos. España ya ha demostrado ser capaz de contener defensivamente a Tony Parker y tendrá que aplicar la misma medicina al base serbio. En la fase inicial Ivkovic y sus jóvenes dieron una lección de sobriedad, seriedad y de saber lo que tenían que hacer para ganarnos, en un partido a 60 puntos. Ahora nosotros hemos encontrado el camino para ganar a cualquiera. Sólo falta un paso más, un último esfuerzo máximo de concentración y deseo. Suerte.