Partido a partido, en este caso no es un tópico, Sergi LLull se ha ido ganando minutos en un equipo grande, en un Real Madrid que va a estar luchando por todos los objetivos importantes de la temporada, hasta llegar a un punto en los últimos partidos, en los que no sólo ha sido una rotación más, sino que se ha demostrado determinante para conseguir victorias de mérito como la reciente remontada frente al Barcelona en la Euroliga. No todos los jugadores andan el mismo camino para llegar a cumplir su sueño. Los hay que vuelan hacia la ACB tocados por un mágico talento especial, mientras que otros tienen que dar rodeos por ligas menores y progresar con las zapatillas llenas de piedras.
Sergi llegó desde un Manresa en la LEB casi de puntillas, quizás en aquel momento valorado como el capricho de un entrenador que le conocía bien y le dió y le sigue dando una gran oportunidad, tal vez un paso decisivo en su carrera. Desde entonces ha sabido asumir muy bien su posición, en un equipo con otros dos bases siempre de primer nivel, y ha crecido como jugador dia a dia. Nacido en el 87, está ahora mismo disputando una media de 21 minutos por partido, dejando atrás a un jugador de la solvencia de Pepe Sanchez y con las perspectiva de tres semanas por delante sin Raul Lopez, de baja por una lesión muscular. Además de sus capacidades técnicas, querría destacar su capacidad para transmitir energía a su equipo. Juega con mucha intensidad apoyado en un físico extraordinario, rápido y potente a la vez. No hay muchos bases capaces de hacer un coast to coast a la velocidad que él o de finalizar una situación de 1 contra 1 en tráfico con un mate. Y además vive los partidos, cada minuto, con verdadera pasión, consiguiendo transmitir esa tensión a sus compañeros y también a las gradas.
Sólo le encuentro un pero: también es mala suerte que cuando sale un jugador jóven ilusionante y con un aportación real e importante en el equipo profesional del Madrid, tenga un apellido impronunciable para la fonética castellana, Sergi LLull (un apellido de 3 letras y 2 son elles, ¡por favor!).
Podría ser peor, imagina que viviéramos en Georgia, que las promesas se llaman Shermadini, Shengelia, Skitiskistiskivi, Markoishvili, y para colmo su presidente se llama Shaakashvili… no he reparado en escribirlos correctamente, entiéndase.
Ya llevaba tiempo diciendoselo a mis amigos baloncesteros: Me encanta como juega Sergio Llull. Al verlo ahora en lo alto y saliendose me alegro por el, porque todo lo que ha conseguido está siendo a base de esfuerzo.
Da gusto ver, como dices, la intensidad con la que juega, su velocidad, y su espectacularidad, que en este caso va de la mano con un juego sensato y no alocado (al contrario de como ocurre en la mayoría de las ocasiones)
Bueno, desde el cariño, pero «apártate que te tizno, le dijo el cazo a la sartén» Sr. P-o-ch !! jajaja.
Sobre el artículo, Llull tiene un gran talento, velocidad, y buena mano para anotar. Además es un jugador de sangre caliente, y para rematar tiene un cuerpo técnico que le apoya y le ayuda a crecer como jugador.
¿hasta que punto es determinante el entrenador para el crecimiento de un jugador de baloncesto? Yo creo que mucho, mucho.
Sergi Llull esta pasando por un buen momento, pero no le hacen ningun favor alabandolo tanto, porque el chaval no es para tanto