Siete días han bastado. Un comienzo que empieza a ser seña de identidad de un calendario condicionado por el resto de calendarios del mundo mundial, con tres jornadas ACB repartidas en siete días frenéticos. No se te ocurra coger la gripe, ni torcerte un tobillo, ni caerte de la cama, que dejas a tu equipo en paños menores y empezar 0-3 es para unos cuantos sinónimo de crisis. Otra más. Como si no tuviéramos bastante con la otra, con la de todos, o de casi todos, que siempre los hay que da igual que caigan chuzos de punta. Siete días y quién se acuerda ya de las «clasificaciones de pretemporada». Los que empezaban el año llenos de dudas por los resultados de los bolos de septiembre, resulta que ahora están invictos y presumiendo de fichajes, 3 de 3, con poco más ya les empezarán a reservar habitaciones en Bilbao para la Copa. Mientras, otros que llevaban una marcha triunfante en los partidos de preparación se han llevado siempre la copia fea del acta del partido, la que te dan cuando pierdes. El entorno empieza a dudar. Ya lo decía yo, éste fichaje no vale, con este equipo a dónde vamos, teníamos que haber renovado a fulanito, pero si no jugamos a nada, y quién va a coger los rebotes, bla, bla, bla.
Por el largo camino de estos siete días, «los inmortales», sólo puede quedar uno, Madrid-Barça, Barça-Madrid, que tanto monta, o han sufrido para ganar o ya han perdido uno. Pero, ¿esta ACB no iba a ser un aburrido paseo?
Personalmente creo que hay que poner cada cosa en su sitio e intentar dar a cada situación el valor que realmente tiene. Los partidos de pretemporada sirven para prepararse y cada año las condiciones para poder hacerlo de la mejor manera son peores. Por otra parte, no creo que necesariamente los resultados de esos partidos tengan que ser un fiel reflejo de lo que un equipo va a ser después en una liga larga y exigente como la ACB, durante la cual ya es habitual que un equipo sea capaz de dar diferentes versiones de sí mismo. Siempre es mejor ganar, pero no conviene precipitarse en los análisis y las conclusiones sobre el inexorable futuro que nos espera a todos.
Una cosa es reconocer la evidencia de que ha habido dos equipos que se han reforzado por encima del resto y otra muy distinta deducir que inevitablemente van a convertir la competición en un «tuyamía». Primero porque hay otros equipos importantes. Y además, que haya diferencias no quiere decir que la competitividad propia de nuestra ACB vaya a negar posibilidades de vencerles. Hay que ir a Las Palmas y ganar, te llames como te llames. Tienen una pista difícil para cualquiera, un equipo competidor y un buen entrenador. Y no son los únicos que, a pesar de la superioridad del rival, creemos que podemos conseguirlo si hacemos un buen trabajo.
Siete días frenéticos son importantes porque acumulan tres jornadas, pero tampoco hay que perder la perspectiva por todo lo malo o bueno que haya sucedido en esos tres partidos. No dejan de ser siete días en una temporada de nueve meses. Aquí el que pierde el equilibrio no sale en la foto de fin de curso. Así que, a rebajar calentones y euforias. Total, ¡sólo quedan 31 partidos!