Siete segundos para el final del último cuarto del último partido. Dos equipos empatados en la clasificación y empatados a 59 puntos en el marcador. El que pierda, se va a la LEB. Siete segundos. El camino para llegar hasta aquí ha sido largo y muy duro y ahora sólo quedan siete segundos. El árbitro acaba de pitar una falta de ataque que podía haber sido de defensa. El árbitro podría haber pitado falta de defensa en una acción entre Quinteros y Moss que probablemente era de ataque. El alero argentino del CAI podía haber decidido atacar por el lado contrario o romper a Moss con un cambio a izquierdas. Pero no lo hizo. Su entrenador podía haber ordenado otro sistema y no esa opción de bloqueo directo central, pero qué mejor que poner el balón en manos de su jugador más desequilibrante en el 1 contra 1. Siete segundos. En ese insignificante espacio de tiempo van a decidirse muchas cosas muy importantes. En esos siete segundos Taquan Dean recibe y consigue superar a su defensor. Es falta, son dos tiros libres con 1,7 segundos en el marcador. Podría haber perdido el balón o que la defensa local le hubiese conseguido negar el pase. Podría fallar los tiros libres, pero anota el primero y con buen criterio lanza a fallar el segundo, 59-60. El CAI acaba último y Murcia se salva.

No es espectáculo. Lo del morbo, para los programas basura del corazón. Detrás del descenso hay demasiada gente perjudicada. Una temporada es muy larga y está llena de aciertos, también de fallos pero, sobre todo, del trabajo constante de muchas partes implicadas. Siete segundos. No me parece justa la carga de responsabilidad que en un partido como éste deben soportar árbitros, entrenadores y jugadores. Una decisión equivocada, un simple error significa demasiado castigo. Siete segundos. Una vida de baloncesto. Felicidades Murcia. Animo Zaragoza.